Viajar De Colado

Pocas veces una expresión fue más gráfica. Nos la ofreció Aníbal Forcada en la reunión de animadores del viernes a la mañana. En ese día, refiriéndose a cómo en ocasiones transitábamos nuestro Programa medio "por izquierda", dijo eso de "viajar colado" y todos estallamos en risa y en gratitud. Es que siempre las imágenes generosas se agradecen porque, se sabe, dicen más que mil palabras.

Fuimos varios los que, aquel viernes, recordamos nuestros viajes colados, reales, metafóricos, en fin...la cosa dio para mucho.

De lo que nos dimos cuenta en el grupo es que cansa viajar colado. Como decía una compañera, uno termina envidiando a esos que, en el tren, leen el diario tranquilos en sus asientos, conversan o simplemente se entregan al sueño plácido. Además, de grande, el bochorno de ser atrapado por el guarda es superlativo. Salir corriendo por la puerta de un vagón y reingresar por la otra , cuando viene el guarda marcando los boletos, ya es otra cosa cuando uno está crecidito.

Y sí, en el Programa hay veces que andamos como colados. Calladitos, que no se note nuestra presencia y menos aún nuestras intenciones, haciendo aquello que, de reproducirse al infinito, significará el quiebre de la experiencia comunitaria que construimos. Quizás sea ésta una manera de calibrar lo "bueno" o "malo" dentro del Programa: pensar nuestro acto multiplicado por mil...y evaluar sus consecuencias para el conjunto de nuestros compañeros y el corazón de nuestros objetivos comunitarios.

Claro, algún distraído preguntará qué es pagar boleto. En ese sentido, Nilda R. contó que hace unos días subió al tren sin el boleto. Tenía que llegar a algún lado y si se detenía a comprarlo perdía el horario. Tomó la decisión de subir sin su ticket pero, al ver al guarda, no huyó, se acercó a él y le contó la verdad. Se me ocurre que estaba dispuesta al pago de la multa. El buen señor le dio las instrucciones del caso, que fueron, en este caso, la de calcular el vagón cuya puerta estaba cercana a la boletería de la próxima estación y, en operación combinada con el ahora atento guarda, comprar boleto raudamente y volver a entrar. Me sirve la escena para pensar que quizás comprar boleto entonces sea ser honesto, que es lo que más o menos significa aquello que damos como condiciones para ser compañero en el Programa: tener un mínimo de autocrítica, ser optimista, ser solidario, actuar con buena fe....todas condiciones que son la matriz de eso que llamamos honestidad.

También sirve lo antedicho para compartir alguna reflexión acerca de algunas maneras puntuales de viajar de colado en el PSMB. La de un señor que a veces se llama Eduardo, por ejemplo, que juega a las escondidas con el guarda, evidentemente deseoso de ser atrapado. Insulta a las mujeres (raramente a los hombres) en los pasillos, aguarda a los que vienen por primera vez para venderles un listado (a mi juicio extravagante) de talleres, sin decirles que no es ese el listado que el Programa tiene como afiatado instrumento para su buen y legítimo orden y referencia. También suele querer manipularnos y, cuando no le sale, apela a la autoridad...para defenestrar la autoridad, vaya paradoja.

Eduardo viaja de colado, y hace bien, ya que no entiende otra manera de viajar por ahora. El problema está cuando quiere abolir el boleto, los guardas, a los otros pasajeros y a su propia calidad de vecino. Imaginemos un montón de Eduardos, todos apelando a la Secretaría de Salud o a la Defensoría del Pueblo cada vez que un orden ajeno al propio le recuerde la existencia del prójimo. Es que, de hecho, la existencia del otro es lo que ofende, y ese otro aparece como la Ley, representada en el orden del hospital y las legítimas normas que, según la legislación vigente, rigen su funcionamiento.

Eduardo es un ejemplo de una parte posible de nosotros, nuestra parte colada, la que no está con ganas de hacerse cargo de organizar algo, solo explotar el orden eficaz que otros se encargan de sostener. Esa parte quiere los frutos de la planta, pero de sembrar, regar, podar, cuidar... ni hablar

Son también bienvenidos los colados...mientras no pretendan reinar sobre el Todo. Algunos colados, como Nilda en su tren, sinceran su situación, la revisan, la reparan, hacen público su proceso y se disponen a las consecuencias de sus acciones. Sincerar su condición inmediatamente la transmuta. Otros quieren matar al guarda y a él le echan la culpa de todo, autoritarismo incluido.

Es acá cuando recordamos que en nuestro tren pueden viajar todos, pero no de cualquier manera. Ésta es una comunidad de vecinos organizados para crecer en salud, entre todos sostenemos nuestro tren. No es el lugar para las víctimas de su propia mezquindad, los que sólo ven al vecino como un objeto manipulable, los que, sin un mínimo de autocrítica, actúan su mala fe y su escepticismo, desconociendo adrede la naturaleza solidaria de nuestro emprendimiento comunitario.

Como Programa de Ética que es, es en este plano de la realidad que el PSMB traza una línea en el que el "afuera" y el "adentro" se hacen claros, sin que ninguna duda pueda aparecer. Acá nos plantamos: es que ser Vecino no es cualquier cosa, caramba.

Miguel Espeche